Pocas ocasiones tenemos en la vida para recordar hechos profundos que adornan o enternecen nuestra conciencia como lo es la Amistad. Una buena Amistad es invaluable y trascendental, solo se acentúa y profundiza con el cariño y la sinceridad.
Por lo tanto, su valor espiritual es lo más alto que hay entre la cotidianidad de las personas. La Amistad se tiene y solo se magnifica con la pureza del sentimiento, dispuestos a dar todo lo nuestro por mantener una Amistad que será el soporte de nuestra conciencia, de nuestra efectividad, de nuestro comportamiento y de nuestra actitud personal.
Si recordamos nuestras amistades desde la juventud recordaremos que han sido nuestro mayor tesoro que llevamos guardado en el cofre de nuestro espíritu si las agregamos a las amistades entre mayores logradas a través de la experiencia, del conocimiento y del buen ejemplo aunados en lo que hoy llamamos la confianza, que es parte del amor eterno que recibimos del Espíritu Santo para hacer honorable nuestra vida.
La Amistad no tiene precio ni plazo de vencimiento pues es nobleza del alma hacia otra alma y es un vínculo de pensamiento natural y como tal lo compartimos igualmente con la otra persona sin limitaciones y sin censura.
La Amistad es una manifestación de libertad y de grandeza del alma humana, ejerzámosla con profundidad y sin vergüenza de ninguna clase.
Adelante amigos que la vida nos depara un futuro amistoso.
Raymond.
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