Anteriormente hemos abordado el tema de aprender a discernir, por lo que hoy diremos que esto nos ha enseñado a formar con el aprendizaje nuestro “criterio” o sea la forma de valorar un objetivo o una causa física o intelectual.
En la medida en que hayamos ejercitado el discernimiento estaremos también profundizando nuestro criterio que al ser subjetivo lo estamos valorando y haciéndolo objetivo.
Una persona con criterio propio y actitud valerosa, incluso tendrá una formación moral mayor que otros, haciéndola por consiguiente una persona con mayores capacidades para conocer, aprender y valorar las enseñanzas de la vida, es decir que contribuye a la formación intelectual de la persona.
También podemos manifestar que existen criterios establecidos con referencia a algún tema científico o matemático. Estos criterios provienen del intenso ejercicio del discernimiento y su aplicación comprobada en el uso del mismo, volviéndose en este caso una norma racional para seguirse, aunque también como en el arte la diferencia de criterios es valedera y útil.
En consecuencia, debemos esforzarnos a través del discernimiento, a la formación de nuestro criterio propio apoyándonos en las reglas de la ética y de la moral.
Atentamente,
Raymond
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